El dia 1 de la festa de l’Obra Salesiana de Rocafort uns 30 alumnes de diferents promocions es van trobar per tornar a estar per el que va ser las seva casa durant molts anys. Van estar acompanyats per professors d’aquestes generacions: Gregorio Arana, Sussy Morey, Angel Oronoz i Xavi Moya. Gràcies a tots pel vostre record!

TEXT ESCRIT PER UN DELS ALUMNES

Es curioso comprobar que en 1984, cuando los de mi promoción acabamos el BUP en este colegio, algunos de vosotros acababais de nacer. Han pasado 35 años y en estas aulas han seguido estudiando cientos de alumnos y alumnas. Cumplir años te va acumulando recuerdos y aquí, en este colegio, en estas aulas, se juntan gran parte de aquellos recuerdos.

Sólo hacer una breve reseña de aquellos años 70 y 80.  Los que ya hemos cumplido los 50 años, nos tocó estudiar en Salesianos Rocafort de forma diferente a la actual. Todo evoluciona, por supuesto. Todo cambia.  Lo primero de todo, no había paridad. No éramos alumnos y alumnas: solo alumnos. Hasta 1983 no entraron el BUP las chicas. Solo 2 años antes lo hicieron en primero de básica. El colegio poco a poco se acoplaba a los nuevos tiempos. Las clases eran impartidas por salesianos que con más o menos pedagogía, la que habían podido aprender entre el seminario y la experiencia, nos enseñaban lengua, latín, filosofía, literatura, religión … su especialidad.

Nos viene al recuerdo Don Pablo Azcona, Luis López, Juan María Gárate, Angel Vidondo, Pablo Hernández, Gregorio Arana..… y profesores con los que aprendimos lo suficiente para andar solos después en el camino de la universidad. Profesores todos y algunos maestros que además de enseñarnos, sin darse cuenta, nos educaban. Don Pablo Azcona nos enseñaba latín a su manera, con su pedagogía de trompicones y buenas intenciones, algún grito y a veces algún capón de aquellos que te espabilaban y que hoy acabaría en la portada de un  informativo. De Pablo Hernández, el que fue director del coro del Tibidabo, con su delicada salud, aprendimos música en primero de BUP, a identificar y diferenciar un Bach de un Brahms, Beethoven o Tchaikovsky.  También nos enseñó a leer literatura, a declamar, a hablar en público. Fue nuestro profesor Keating, nuestro Robin Williams del Club de los Poetas muertos. Recordamos a Ángel Vidondo, que nos enseñaba francés, latín y literatura y se liaba en clase hablando de la vida, de su vida, de anécdotas. Era como el Quim Monzó de entonces, que lo banal lo elevaba a categoría. Aprendimos mucho con él. Recordamos, como no, a Pejenaute y sus clases de historia apta para matemáticos: no, sí, sí, no ….. cristianos, musulmanes, mogollón, reconquista!!!

A Miquel Ametlla, siempre nos trataba de usted. Nos hacía sentir importantes y respetados. Con su seriedad de profesor, aprendimos física y ciencias  naturales, aunque a veces sus exámenes eran duros de roer. Rafael Blasco nos dio matemáticas antes de que llegara Sussy Morey. Rafa tenía la capacidad de grafitear toda la pizarra en pocos minutos para demostrarnos  una regla de trigonometría o resolver una integral. Y hasta a veces le quedaba tiempo en tutoría de echarnos un capote con la física, en la cual también estaba muy ducho. REDUGAN … reducción: ganancia de electrones. Y como no, Luís López, el director, el LULO. Nos dio lenguaje, filosofía, religión, latín … Inquieto, avispado, sagaz, conocía la circunstancia personal de cada alumno y siempre al acabar la clase te podía llamar aparte, nunca en público, para reprenderte o felicitarte. De él oímos consejos como “mano de hierro, guante de seda” que a muchos nos ha servido en la vida laboral y en el trato con clientes. Recordamos a unos jóvenes Mascaró y Asurmendi, entre otros, la cuota joven salesiana de la Missa Jove, del CAER. A Joaquim Vilaseca y su escuela de padres ….

A Gregorio Arana. Nos dio Lenguaje y Religión. Llegó al colegio, allá por el  curso 82-83 y al principio hablaba flojo para ganarse la atención de los alumnos. Con el tiempo aprendió a imponerse ya que la tropa de Rocafort siempre fue muy guerrera. Con Gregorio, la Semana Santa del 83, se pintó el patio de verde una vez que se dividió con rejas los campos de fútbol y básquet.

Y como no, recordamos a la gran Manela Anguita. Diptongs, dieresi, vocals àtones, pronoms febles, Ausiàs Marc, Josep Vicenç Foix …. Salvat Papasseit. Lo mejor de Manela, estaba fuera de clase: en aquellas tutorías improvisadas por el pasillo donde la Manela maestra y afable dejaba de ser la profesora seria y contundente de clase. Ella era la única “paridad” en el BUP de la época, ya que todo lo demás eran profesores.

Fueron años de la EGB, donde en la “portería” (que ahora es la “recepció”), Josep Maria Parra, con fino mostacho, cigarrillo con boquilla y modales serios para no dejarse intimidar por la turba de alumnos, hacía de conserje, enfermero y entrenador de fútbol.

La clase de gimnasia la hacíamos en la antigua platea del teatro y nos cambiábamos sobre bancos de la iglesia. El mayor logro era dar 10 vueltas al patio, saltar el plínton o subir hasta lo alto de la pica de 4 metros. Y después el que quería se duchaba con agua fría y fría. No había calefacción en clase. Si hacía frío, nos abrigábamos más y listo. Años donde la tecnología se basaba en la humilde pizarra con tizas blancas y donde lo más avanzado eran aquellos proyectores de diapositivas, en la “sala inclinada”, donde cada año se veían las mismas diapositivas añejas en la clase de arte de Pejeanute.

No teníamos móvil. El whatsapp de la época era la barra del cole, el punto de reunión, y también el escaparate de Banca Catalana, frente al colegio…. Una EGB y el BUP de los 80 que nos enseñó a hacernos adultos mucho más rápido que ahora. Después llegó la Universidad, la LODE, la LOGSE y muchas siglas más. Cada cual optó por un camino diferente. El colegio también cambió, los alumnos han cambiado, las familias, la sociedad. Pero a pesar de esos cambios, hoy aquí, podemos recordarnos como niños y adolescentes que fuimos, cargando con los libros por los pasillos, sentados en los pupitres o jugando al fútbol en ese patio que tantas horas y horas nos vio corretear y gritar.

Gracias a todos los profesores. Los presentes y los que no están. Ahora somos conscientes de lo que nos enseñaron. Somos conscientes también de que, aunque el paso del tiempo nos arroya, los recuerdos de aquella época escolar  los compartimos entre todos.

 

PROMOCIÓN 1971 – 1984